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Julián
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Asignatura pendiente: la memoria histórica

A

sumir la responsabilidad sobre el tipo de memoria histórica que 

queremos construir de la España del siglo XX, es algo que nos concierne a todos como sociedad. El historiador Antonio Doroteo López explica que:

“No estamos hablando de reescribir la historia. La historia, no te preocupes, cuando ya sepamos toda la documentación se pueda consultar, pues ya veremos qué pasa. De momento no. De momento se hacen cábalas. Que suelte la Guardia Civil toda la documentación que tiene, el Ejército que la ponga a disposición del Ministerio de Cultura, y que la gestionen los profesionales. Y sobre todo, que toda la información del Servicio de Información Militar y todas las relaciones que hubo con los nazis que salgan, que salga a la luz”.

    Él y otros muchos reivindican que, a través del acceso a la información, un derecho fundamental, se resuelvan temas que a día de hoy ya deberían estar aclarados, como lo son las desapariciones forzadas y la exhumación de fosas comunes.

“Eso, ¿esa gente es que al resto de España le da igual?.  Porque aquí las últimas matanzas fueron en 1949”. 

    Con él coincide el también historiador Julian Chaves Palacios, quien incide especialmente en el ingente trabajo que aún queda por hacer en relación a la exhumación de fosas comunes. Según él, el tema de la memoria histórica es una cuestión muy controvertida, pues todo lo que cae dentro del discurso político tiende a la polémica.

"Esto es la memoria histórica. Es decir, que realmente exista una ley. Que por favor, que la lleven adelante, que se pongan en mano de los científicos, de los historiadores, de los arqueólogos, de los forenses; y que ese agujero negro que son las fosas comunes de una vez por todas se lleve a cabo su exhumación. Que no exista ni una duda. Pero que esto sea una política de Estado, que no tengamos una ley que tiene que ser completada con las leyes autónomas. Una y otra, que se enfoquen a eso mismo. Que exista un consenso político para que esta cuestión, de una vez por todas, quede ya superada. Y que podamos ver la historia, en este caso de la Guerra Civil, como un hecho del pasado traumático, trágico, desgraciado para nuestro país. Pero eso, historia”.

    Los vencedores de la Guerra Civil silenciaron la memoria del conflicto armado que devastó España entre los años 1936 y 1939. Fue por ello que, tras la muerte del dictador, durante el primer período de la Transición se intentó convivir con este pasado, olvidando la guerra como terapia para la reconciliación entre españoles.

 

     Si bien la represión que ejercieron los republicanos se conocía desde la posguerra, tras informes tan explícitos como los de la Causa General -creada en 1940 por el Ministerio de Justicia, para conocer el “alcance y las manifestaciones de la dominación roja a partir de 1936-; al iniciarse la democracia muy poco se sabía todavía acerca de los efectos de la represión franquista en el plano regional. 

 

    Desde entonces, en lo que respecta al poder ejecutivo, tan solo una proposición de ley del año 2002, coincidiendo con el 27 aniversario de la muerte de Franco, logró el consenso de todos los partidos políticos a la hora de condenar el golpe de Estado de julio de 1936 y reconocer a las víctimas de la dictadura. No sucedió así con la ley aprobada en el año 2007, conocida en la jerga popular como Ley de Recuperación de la Memoria Histórica. Los conservadores opinaron que reabría las heridas ya cerradas sobre la Guerra Civil, mientras que el ámbito de la izquierda consideraba que se requería un texto legal más amplio, que declarara ilegítimos los tribunales de los consejos de guerra franquistas y sus sentencias. 

   A estas problemáticas cabe añadir otra cuestión, expresada a través de las voces anónimas de varios residentes zarceños que no quisieron ser entrevistados directamente. Ellos coinciden en que, a título personal, no hay ninguna discordia; no están tan de acuerdo, sin embargo, en que las desavenencias históricas puedan darse por concluidas. Lo que da verdadera lástima, según opinan, es que localidades como Zarza Capilla, cada vez más deshabitadas y con una proporción de jóvenes muy escasa, vayan a “morir” sin haber visto totalmente resueltas las rencillas del pasado, provocadas por la trágica herencia de una Guerra Civil a la que sucedieron 40 años de dictadura.

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