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Estabilización del frente y final de la guerra

E

l día 27, con la llegada de la mayor parte de los refuerzos solicitados por

el Ejército Sur, la situación se fue estabilizando. A partir de entonces solo hay constancia de eventuales intentos republicanos con artillería de ver por dónde podían penetrar. Las operaciones que se habían

iniciado en julio sobre La Serena llegaban a su fin. 

     Con el inicio del mes de septiembre, la inactividad volvió a ser característica del frente extremeño, donde las nuevas líneas del frente habían dejado en poder de la República tan solo la zona noreste de la provincia de Badajoz. Abarcaba este pequeño triángulo desde Zarza Capilla a Puebla de Alcocer y, desde ahí, hasta Herrera del Duque y Castilblanco, con el límite en el río Guadiana. Una escasa porción de terreno que ya prácticamente no se modificó hasta el final de la Guerra Civil en 1939.

"Luego ahí hay una etapa, de agosto a octubre, que están tomándolo y soltándolo. Es un frente inamovible, pero que tiene mucha actividad bélica. Sobre todo mucha actividad de muerte. Muchos muertos en incursiones… De manera que cuando acaba la guerra, pues por ejemplo esos muertos no sabemos dónde están: esos 200. Y luego es verdad que alguna gente que vuelve en el 39 a ver su olivar cómo estaba, a ver sus olivos y no sé qué, pues se encuentra que los animales rebuznan antes de entrar allí, porque hay un muerto allí que no está enterrado… Y, en fin, porque es un frente que llega hasta el final con muertos". (Pablo Muñoz)

    Tras la guerra, los tiempos que llegaron no fueron mucho mejores, habiendo vivido los supervivientes de la contienda una etapa de represión y silencio. Crescenciano se dirige a sus compañeros para preguntarles si ellos también recuerdan la época en que todos los campos estaban cubiertos por munición y metralla. A esta cuestión, los demás responden con una combinación de declaraciones rápidas entre las que resaltan anécdotas sobre personas a las que les explotó alguna bomba muy cerca que les causó uno u otro daño. Tampoco faltan los comentarios que les llevan a rememorar los casos de personas que murieron y no se sabe dónde fueron enterradas, así como los de aquellos que desaparecieron y nunca se tuvo claro a dónde fueron, como le sucedió al padre de Manuela Sánchez Sánchez, o al primo de Purificación Gómez Sánchez. Aunque señalan que en Zarza Capilla, concretamente, fusilamientos no hubo. 

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